lunes, 31 de marzo de 2014

Porque cuando no estás

Como cada ocasión en que nos vemos me atenaza la cruda realidad.
Los años no han cambiado eso. Quizá mi determinación me permite evadirme. Saltar a ese silencio alternativo que me mantiene envuelta en brumas.

Y cuando me voy no soy capaz de recordar apenas qué dijimos. Qué se dijo.

Pero eso tiene un pago.
Anular la mente, y replegarla atrás... insensibilizar las emociones... no mirar a la cara a los personajes de la función... tratar de no decir más allá de lo formal... todo eso tiene un pago.

Y se cobra muy alto.


El día que no estés te echaré en falta. Y hasta es posible que me culpe de tus fallos. Porque en el fondo soy así. Porque mirando atrás es lo que eres. Porque no es conmigo. Porque siquiera soy tan importante.
Porque cuando no estás... no puedo odiar (te) (me).

sábado, 29 de marzo de 2014

Ninguna sería bastante

Dicen los actores, que a través de sus personajes encuentran la forma de vivir otras vidas. De dar forma a todas aquellas opciones que se podían haber planteado en su vida.

Yo no soy actriz, y hablar en público no es lo que más me gusta... pero a través de mis letras puedo ser yo, puedo ser tú. Puedo ser ambos.
Puedo soñar en qué ocurriría si yo no fuera yo. O recordar un lugar y fingir lo que sería.

Yo elegí mi vida y me la quedo, pero mis sueños no siempre lo recuerdan.


Ninguna de esas vidas sería jamás bastante para mantenerme atada. Donde estoy, es donde quiero estar.
Pero soñar... es parte de mi vida.

viernes, 28 de marzo de 2014

Mi locura

Y si me quitas mi locura ¿qué me queda?

Quedaría el silencio. La mirada perdida.
Repetir movimientos y no saber del día.

Quedaría el olvido. Y la melancolía.
La callada agonía de no sentir la vida.

Yo sé que no soy nada, tan sólo esa energía
Que si encuentra el camino se derrama en tu vida

...

Y que si la controlo, y la dejo callada
Marchita el pensamiento
Se ahoga en su silencio

miércoles, 26 de marzo de 2014

Fortaleza

Fortaleza significa castillo. 
Significa murallas. Almenas.
Significa temor callado a los demás.
Ir sin parapeto es una locura. 
Necesitamos escudos donde sentirnos seguros. 

Odio ese lugar que se siente vulnerable. 
Lo odio tanto que a veces lo lanzo fuera. 
Total, ya sabemos que te van a hacer daño.
Si vives encerrado lo harás tú mismo.
Si marchas sin miedo lo harán los otros. 

Me aterra pensar que he olvidado sentir, 
Que el encierro se ha vuelto cárcel
En lugar de defensa. 
Estar encerrada me marchita 
Tanto como salir me desgasta.

lunes, 24 de marzo de 2014

En lo alto de la montaña

Se sentó en lo alto de la montaña. Por fin había llegado. Había dejado atrás el campamento, aunque sabía que debía volver. Apartó el pensamiento y se sentó con las piernas cruzadas, la espalda recta, la mirada perdida. La visión que se mostraba ante sus ojos era impresionante. Imposible abarcarla en su totalidad.
Sintió la energía que vibraba en su pecho, en su cuerpo, a su alrededor. Si el mundo quisiera detenerse ella lo movería.
Una lágrima cayó despacio por su mejilla. La dejó fluir. Ahora, sola, era un buen momento.

viernes, 21 de marzo de 2014

Señales luminosas

A veces tengo miedo de perder de nuevo el Norte. Sé que tengo señales luminosas que me dicen la dirección correcta, que he encontrado un nuevo camino por el que, puede que se tarde más, pero se llega al mismo sitio... y aún así... aún así sigo cometiendo errores.
Sigo teniendo mis miedos, mis manías. Que ciertamente me conforman, pero que a veces me atenazan.

En general he mejorado y puedo mirarme desde el otro lado de la sala y regañarme.
Pero he salido díscola, yo que sé...

Así que de pronto pierdo los papeles y vuelvo a sentirme atrapada.
Reconozco que es algo muy primario. Si me preguntas qué quiero. Qué deseo... Qué es lo que conforma mi cadena de ADN... diría que salir corriendo.
De nuevo.

La rutina me gusta tanto como me asusta. Y a pesar de todo reconozco que vivo la rutina de forma positiva. Me tranquiliza.
Porque me mantiene ocupada.
Quizá por ello escribo tanto. Es una rutina al fin y al cabo.



Pero la vida no son líneas rectas. Son pequeñas cosas las que conforman el todo. Y sin siquiera darnos cuenta nos vemos inmersos en el futuro. En el presente.

jueves, 20 de marzo de 2014

En el fondo marino - II

Me encontraba mirando al horizonte, donde el cielo y el agua son uno y en días de calma, como hoy, no sabes dónde empieza uno y dónde acaba el otro. A pesar de lo que pudiera parecer, dos largas piernas sostenían mi peso, y un holgado vestido de brillante gasa verde se pegaba a mi cuerpo cuando la brisa lo movía.

A mis pies estaba el hombre que tan bien conocía. Las olas lamían sus piernas desnudas. Sonreí para mí... Estaba esperando a que despertara para irme. Sería de muy mala educación traerle hasta la playa y no despedirme.

-Hola Sirena.
-Hola M.

Se levantó y quedamos frente a frente. Le miré a los ojos y me giré para irme. A veces cuando vas a despedirte se te olvidan las palabras. En ese momento me sujetó por el brazo y me giró hacia él, pegándome a su cuerpo.

-No irás a irte sin más…
-Eres juguetón, eh... -le sonreí ampliamente.

En sus ojos estaba la respuesta, los dos la sabíamos. Le di un último beso, y soltándome de su agarre me sumergí en el agua. El agua... que ahora era un mar embravecido.
Porque ahora no podía ser rival a la altura...
Nadé y nadé viendo tu silueta varada en la orilla. No podía dejarte sin más. Sin una explicación.

Me acomodé en una roca, desde donde mi cola de brillantes escamas brillaba iluminada por la luna, y mirándote desde la distancia comencé a recitar una antigua poesía.... hasta que poco a poco el sopor fue tomando el control de tu cuerpo.
El sabor dulce de mi boca, me recordaba a las fresas...



Cuando algo más tarde sonó el teléfono te pareció que te sacaba de una ensoñación curiosa. El día despuntaba y el sol iluminaba la cabaña, bañada hasta hacía poco por la luz de la luna. Hubieses jurado que creías en Sirenas, aunque sabías que son sólo un mito. Descolgaste el teléfono y escuchaste aquella voz sensual, ella llegaría en media hora, se retrasaba.

Mientras hablabas viste encima de la mesa la botella con incrustaciones de coral que hacía un par de horas habías recogido... pero esta vez estaba abierta y el papel se encontraba sujeto debajo de ella. Lo cogiste y releíste lo que ya conocías...

El tiempo va pasando y todo parece inmutable, pero no es así. Las batallas ganadas, ya solo quedan en la memoria de los que las libramos, las heridas que han dejado vuelven cada amanecer. Viejo amigo”.

Sin saber por qué le diste la vuelta, a pesar de que ya lo habías hecho antes. Pero esta vez estaba escrito: "Gracias por el tiempo compartido. Nunca dejes de jugar.".

Del frutero habían desaparecido varias piezas de fruta que recordabas haber colocado. Un mango, fresas…

El sonido de una carcajada inundo la habitación.

martes, 18 de marzo de 2014

¿No puedo tocarte?

Estiró la mano para tocarla. De nuevo no encontró nada. Los dedos temblaron antes de formar un puño. La sentía a su espalda.
-¿No puedo tocarte?
-Sólo si yo quiero.
No preguntó.

lunes, 17 de marzo de 2014

Si no llevo mil...


Y... que para ser viernes.... estoy contenta. Y que.... bueno, hay mucha gente genial por el mundo y me alegro de conocer a muchas de esas personas. Que mi mundo se mueve y... que nunca ha sido mi intención molestar a nadie por el camino. Mucho menos a los que tienes realmente cerca. Pero tampoco a los que llegan nuevos o están aunque no sepas ni cómo llegaron.
Que soy impulsiva, pero no hay mala idea. Que me equivoco cien veces y cien veces me disculpo. Mas una, porque no está de más. Y que lo que me llevo lo atesoro. Y lo que vivo lo valoro. Y que siempre hay que mirar el lado positivo de las cosas. Aunque tu hija se abra la cabeza contra el suelo. Porque sigue contigo y porque es la vida.
Y que si estoy contenta escribo mil líneas, y no las pienso. Y que si estoy triste soy de una línea. Y que si no llevo mil.... es porque me pilla mal de hora.
Y que hasta con l@s que tuve problemas lo arreglé... al menos si pensé que merecía la pena. Porque si merece la pena se hace. Y si no se deshace. Y si no te gusta no te apures.


Texto antiguo... escrito desde la euforia que te da saber que el mundo sigue girando :)

sábado, 15 de marzo de 2014

Incógnita

¿Es la vida un camino que escogemos? ¿O está escrito en las estrellas?
Tal vez un poco de ambas, ni lo sé ni lo sabré. Lo que sí sé es que no sigue la lógica. Detrás del uno no va el dos y es obvio que uno más uno es una incógnita.

Generalmente sabemos dónde empezamos, pero no dónde acabamos.
Si eres una persona organizada es posible que logres burlar al libre albedrío por un tiempo. Puedes vivir encorsetado en tus estándares lógicos mucho tiempo. Pero nada es para siempre. Ni los odios ni los amores. 
Porque el amor es algo vivo cambiará, aunque la persona sea la misma.

Y de ese modo lo que creímos zanjado de pronto se da la vuelta, como un calcetín. Y el blanco ahora brilla en rojo.

¿Es real?

Me pregunto cómo de grave es esa grieta que a veces creo ver en la estructura.

Parece una suave línea la mayor parte del tiempo... pero temo que no resista otra tormenta. Que la brisa se filtre por su hueco. Frío que entra y cala en los huesos.

A veces me pregunto si hay diferentes formas de amar. Diferentes formas de entender el amor.
La respuesta es obvia. . Muy diferentes. El amor es el mismo pero no todos lo entendemos del mismo modo. Ni las premisas son las mismas.
Y aún así sé que hay caminos para entenderse. Que el amor todo lo puede...

Me encanta calzarme las botas de seguridad, los guantes, hacerme una coleta alta y salir a desbrozar. La ropa con manchas de pintura, algún roto en el pantalón. el sudor del trabajo bien hecho. El respetar los límites de la propiedad... 
Y ver cómo todo comienza a tomar forma. Tratar de sellar las grietas y creer en un futuro lejano.


Pero a veces dudo si esa grieta se ensancha cuando miro al horizonte.
No puedo evitar entonces sentir el frío que se cuela por dentro. Ver salir el vaho cuando respiro.

Y entonces vacilo... ¿es real o es mi temor?

viernes, 14 de marzo de 2014

En el fondo marino - I

La luz de la luna se filtraba a través de la oscuridad. Láminas plateadas rompiendo la noche bajo las aguas. Y en la costa luces de casas que se agitan con la marea. Había pasado la noche enseñándole un par de trucos a un caballito de mar. Extendiendo el dedo índice y viendo cómo enroscaba la espiral de su cola alrededor. 

A pesar de mis experiencias anteriores con caballitos de mar, tenía que reconocer que éste era realmente un encanto. Poco comunicativo, pero un encanto. Prefiero pensar que prefería escuchar... 
Le sonreí cuando volvió a enroscarse atento a mi señal. Los peces de colores apenas destacaban en la oscuridad. Pero estaban ahí. Enredándose en mi pelo, rozando mi cola, haciéndome reír. Sutiles pero constantes. Una nunca puede fiarse de un pez de colores... no conocen la vergüenza.

Estaba a punto de romper el alba. El color del agua pasaba del negro noche a tonos imperceptiblemente más suaves. La luz se filtraba haciendo brillar un mundo de colores en movimiento. 
Corales, peces de colores y mi caballito de mar. Me recordaba a otro momento y otro lugar. Sonreí mientras me deslizaba por el agua.

Como algunas mañanas me dirigía hacia la costa, hacia una cala conocida. Me encanta ver la luz de la mañana, y ocasionalmente salir a tierra firme. Tal vez no hubiese tenido mayor importancia... ya sabes, un paseo más, un baño de sol y de nuevo desaparecer sin dejar rastro... pero está vez algo era diferente.


Por un momento me sorprendió ver que algo por debajo de mí había un hombre... (el neopreno se ajustaba a su cuerpo de modo que eso era fácil de apreciar) y estaba sólo. 
Las burbujas subían a la superficie y cuando me rozaban notaba un cosquilleo por todo el cuerpo. Algo en su forma de moverse me resultaba familiar... y sonreí casi sin ser consciente, pero en cuanto di un par de vueltas a su alrededor me di cuenta de que estaba apurando su tiempo más de lo que debería.

Él miró alrededor hasta que su mirada chocó con mi cuerpo. Parecía desorientado, sus manos chocaron con su careta en un intento de frotarse los ojos... ¡¡Por todas las algas del Atlántico!! ¿Cuánto tiempo llevaba aquí abajo?? Sus movimientos empezaron a perder coordinación... tal vez empezaba a recordar la última vez que nos encontramos... esto estaba empezando a convertirse en una mala costumbre. 
Grité llamando a Lily, un delfín al que le gustaba esta cala, aunque ahora no parecía estar cerca.
Vi en sus ojos que no entendía mis palabras, aunque sí era consciente de que yo estaba hablando. Está bien... situaciones desesperadas exigen medidas desesperadas... 
Sabía que no podría llegar a la superficie por sí mismo, y que yo no podría ayudarle con el peso de las bombonas y demás. A pesar de ello me acerqué y tiré de su cuerpo hacia arriba... para lo que quería hacer necesitaba estar más cerca de la superficie, aunque posiblemente no lograra estar los suficientemente cerca.

A medio camino el esfuerzo empezaba a pasarme factura y el ascenso estaba siendo más lento de lo esperado. Me paré, coloqué ambas manos alrededor de su cara y le miré a los ojos. Por un momento detuvo el movimiento de su cuerpo, pero no supe con certeza si se debía a la falta de oxígeno o a que le costaba aceptar que esto era real. Coloqué el dedo índice delante de mis labios... y le quité el tubo respirador.

Antes de que tuviese tiempo de reaccionar acerqué mis labios a los suyos y le di un beso suave, apenas un par de segundos, que lo cambió todo... Aunque él aún no parecía consciente de la diferencia. Escuchó mi risa, y en su aturdimiento se notó más ligero cuando dejé caer la botella y los plomos. Volví a tirar de él pero esta vez sabía que el tiempo no iba en mi contra.

-¿En serio has tenido el descaro de tomarte un zumo de naranja aún sabiendo que la última vez te escaqueaste antes de traerme ninguna pieza de fruta?

No sé si te sorprendió más ser capaz de escuchar mi voz bajo el agua... que supiera que habías tomado un zumo antes de la inmersión... o que tu cabeza empezaba a recordar de qué te estaba hablando...

Impotencia

Miro al horizonte y entrecierro los ojos. El sol me deslumbra. Acerco a mis labios el cigarro encendido y aspiro despacio. El humo me llena y con él bloqueo el tiempo. Bloqueo la mente. Lo suelto despacio y el aire se lo lleva. Desaparece en la nada.
Miro mi mano vacía y un suspiro se lleva una sonrisa. Imaginarlo a veces es casi sentirlo.
Casi.
Pero no soy yo la que decide.

miércoles, 12 de marzo de 2014

¿Vas a volver?

Ella se levanto de donde había permanecido sentada toda la noche. Era una visión hermosa. Brillante, translucida... era y no era. Antes de que se fuera él pregunto.
-¿Vas a volver?
-Sí.
Eso hizo que él se relajara. No entendía por qué apreciaba esas visitas esporádicas. Especialmente no lo entendía porque ella no era... nada. Sólo una visión. Pero se sentía a gusto con ella. En cierto modo, no le pedía nada a cambio de estar ahí. Y eso, era mucho.

martes, 11 de marzo de 2014

Qué vida es esa

Te amo. Te amo aunque a veces es la rabia quien se instala. Es el dolor quien domina. Es la decepción quien habla.
No sabría decirte cuánto tiempo sería capaz de seguir sin tu presencia. Tal vez un instante, tal vez la vida entera.
Pero qué vida es esa... donde tú y yo nos miramos desde lejos. Donde el control sustituye a la pasión. Donde el silencio se adentra en las entrañas.
Es posible seguir, y no mirar, pero no sé si estoy dispuesta.

Es difícil un paso, y otro más.
A veces creo... A veces creo que no resisto más. Que no he podido ser lo que debí. Que mis anhelos son más cárcel que libertad.
Y te hiero. Sin intención, sin voluntad. Sin nada aparte de mi piel.


Y sin verlo venir, de nuevo la cordura se adueña de mi ser. Y la ternura araña al corazón.

lunes, 10 de marzo de 2014

El bote de garbanzos

Hay una teoría dice que si cada vez que folláis siendo novios metéis un garbanzo en un bote... y cuando os caséis sacáis uno por cada vez que lo hagáis... el resultado es que jamás sacarás todos los garbanzos.



Debo decir que escuché aquello antes de casarme, y que no me dio muy buenas expectativas de futuro -y a mi chico menos...-.

Pero en realidad tras la sombra de ese bote se escondían fantasmas que he arrastrado mucho tiempo. 
He leido en algún blog acerca de la capacidad de perdonar, y tengo que decir que perdonar es más una forma de avanzar que otra cosa. Es dejar atrás lo que el otro no va a cambiar.
Es entender que si quieres mantener una relación con cierta gente tendrás que aceptar que no van a cambiar. Y asumir que te es indiferente.
Y entender que lo que tú hagas no importa. Siempre habrá una razón para atacarte.
Dejar atrás. Algo que no es fácil, pero si obligado. Si quieres sobrevivir, o más bien vivir.

El imaginario bote pasó muchas veces por mi cabeza, y siempre me pareció que le faltaban garbanzos. Ahora, puedo confirmar que es así. Pero esta vez por motivos opuestos.

Conseguí salir del letargo auntoinducido en el que se puede llegar a caer si te descuidas.
Dejé de vivir con el piloto automático puesto.

Y de pronto las cosas se sucedieron una tras otra... hasta llegar aquí.

domingo, 9 de marzo de 2014

Sólo una presencia

-Por qué no me dices tu nombre... -pregunto él la tercera noche que ella se presento como por arte de magia en su dormitorio.
-¿Y de qué te valdría eso?
-No sé, empiezo a tenerte cariño.
-Sabes que no soy nadie. –lo dijo con sencillez.
-Lo sé. Pero a pesar de todo...
Ella se sentó en el diván. A pesar de su aspecto translucido y casi irreal no parecía fuera de lugar. Puso sus pies descalzos bajo sus piernas y el etéreo vestido los cubrió.
-Sabes que sólo soy una presencia incorpórea. Me iré pronto.

viernes, 7 de marzo de 2014

De oscuridad y luces

Me gusta viajar de copiloto por la noche. Por el día me gusta ser la que conduce. Pero por la noche la cosa cambia.

Me gusta perderme en el paisaje, urbano o rural, de oscuridad y luces. Especialmente me gustan los edificios grandes, de fachadas simétricas y anodinas, que por la noche se vuelven de colores.
A través de sus ventanas puedes imaginar historias. Historias sin mayor trascendencia que una visión fugaz a su interior.

Las luces blancas no me atraen. No me gustan. Mis ojos vagan de un piso a otro hasta perderse en las luces amarillas y cálidas.
Me gusta cuando la cortina es translucida, o está abierta, ver el brillo de la lampara, tal vez adivinar un mueble, un cuadro...
Ver pasar una silueta no es mi prioridad.

Me gusta imaginar la casa para de ese modo imaginar la historia de quién la habita.
Con plantas, espacios abiertos, tal vez una pareja joven que empieza a convivir. Muebles oscuros, lámparas de araña; tal vez un matrimonio que se oculta cosas. O una gran tele de plasma y halógenos, podría ser un hombre que vive solo...

Mil historias que se me cruzan al mirar esas ventanas.

Quizá leí demasiado las viñetas de 13 rue del percebe.
Quizá tengo un puntito medio cotilla medio morboso.
Quizá me resulta fácil dejarme llevar por una simple luz hasta perderme en ella.



Lo que si se es que me gusta lo efímero del momento. Sentada en el asiento del copiloto, o en la ventanilla del autobús... en esos momentos en que prefiero no hablar. Solo mirar y dejar vagar mi mente.

miércoles, 5 de marzo de 2014

La charca

La charca se helaba en invierno. Una fina capa de hielo la cubría. Y el bosque se quedaba silencioso y blanco. Era hermoso a la par que siniestro. A pesar de todo ella seguía viniendo. Era un paisaje familiar. Sabía que nunca apreciaría al completo todos los detalles. Que sólo era capaz de observar el conjunto de forma burda, pero no le importaba. Quizá con el tiempo incluso hasta sería capaz de predecir los cambios de tiempo. Sutiles en su forma. Brutales en su ser.

De un modo muy mío

No debe ser fácil.

En los, cada vez más frecuentes, momentos de reflexión que me asaltan, me doy cuenta de que aceptar toda mi carga emocional es complicado. Lo es para mí, imagino que para los demás es peor. Y más cuando me quieres para ti solo.
Paradójicamente no soy de nadie mas que tuya. Pero de un modo muy mío.

Tal vez sea la empatía, tal vez sea algo que se me escapa, pero emocionalmente me desbordo muchas veces.
Yo no tengo aprecios. Yo amo. Yo no odio. Me desgarro.
Y al mismo tiempo, encerrada en una jaula de energía controlada me mantengo cuerda en el centro de mis tormentas.

Si pudiese te traería a mi centro y te mostraría cómo cada pedazo de mi ser está compuesto por emociones y sensaciones robadas. Risas que ni siquiera he compartido, dolor que rompe por dentro. Ilusión de compartir un baile en la distancia o ese rayo de esperanza que se transforma en un grito en mi mirada.
Son sonrisas que me cubren sin siquiera haberlas visto.


Y luego estás tú. Como una toma de tierra que descargas mi energía. Me ayudas a controlarla y recordar dónde piso.
Tú que eres como la montaña que detiene el viento... y se erosiona formando dibujos mágicos en la roca.



No puedo evitar ser energía que arde y arrasa, pero tuyo es mi centro.

martes, 4 de marzo de 2014

La Sirena

Hace casi una semana que vago entre corales, peces de colores, estúpidas sardinas y algún que otro caballito de mar. Estos últimos son bonitos… pero tienen poco tema de conversación. Sabe Dios por qué… hay que reconocer que lo he intentado… que si cabalgas mucho por aquí… me encanta la espiral de tu cola…. No se, no conectamos. Las sardinas es que parece que acaben de salir de un lavado de cerebro, ni lo he intentado. Boqueo, boqueo, cambio de dirección. Pssss. En serio, no puedo con las sardinas.
Qué geniales los peces de colores, eso sí. Es como un caleidoscopio de colores, además de que siempre tienen ganas de fiesta. Juraría que alguno le lanzó aleta a mi cola de sirena… una no puede fiarse. La luz del sol a través del agua, los colores que te envuelven. Ruidos amortiguados, lejanos. Si miras a la superficie se ven sombras. La sombra grande del barco, las más pequeñas de lanchas y motos acuáticas… y las realmente pequeñas… las de la gente nadando.
Veo una sombra, lleva mucho rato en el agua. Tal vez se esté cansando. Es posible que se encuentre agobiado y necesite un poco de ayuda. Soporte. Y puede que yo no tenga agallas, pero aletas sí. Subo hacia la superficie, supongo que en algún momento habrá que salir.
Llego justo cuando la figura del agua se está hundiendo… y es mas pesada que yo, pero igualmente tiro hacia arriba. Puede que me cueste, pero no se me escapa.
Un bonito delfín pasa a mi lado y con una mano me sujeto a su lomo. Con la otra le sujeto. Claro es que no se puede gastar tanta energía y luego irse a nadar….
Cuando estamos a la superficie me fijo en la escalerilla que hay en el costado del barco. No es mi barco aunque pasé algún tiempo en él. Se que dentro estarán Bella, Kim, Fassy y muchos más. Me gustan estas escalerillas, tan pequeñas, que te hacen sentir como… Grace Kelly en su época de estrella de cine. Pero con melena morena, el pelo goteando por mi espalda y en mi caso mucha menos… personalidad. Ya sabes, esa de la que los tíos hablan cuando se cuentan cómo es determinada chica que conocieron la otra noche.
Pero vamos, que no voy a poder subirle al barco yo sola… y no creo que sea lo mejor. Me dirijo a mi cala. Aquella donde hace no tanto tiempo le vi paseando. Creo que siempre estamos a tiempo para volver, pero un tiempo lejos nos hace bien a todos.
Menos mal que tengo una ayuda extra, Lily mi delfín, porque no creo que de otro modo hubiésemos llegado. Una tiene fuerza… hasta donde puede. Una vez en la orilla le arrastro hasta la arena.
Escucho el corazón y la respiración… vale, no pasa nada. Sonrió y pienso que es normal, en forma siempre ha estado. Y un poco de agua no le va a matar, y menos si puedo ayudarle.
Me siento a su lado, el sol está saliendo y nos calienta. Poco a poco se despierta, y mira a su alrededor.
-Hola Sirena.
-Hola M.
-¿Cómo estás?
-Bien. Aunque de vez en cuando os echo de menos.
-Mmmmm.
-¿Tú estás bien?
-Cojones, sí.
No puedo evitar reírme. Echo de menos a mucha gente, especialmente a Bella y a él, así que este breve encuentro es agradable.
-Aquí puedes estar el tiempo que quieras. No vendrá nadie. –le digo- Y si quieres volver Lily te llevará.
-Piensas abusar de mí, ¿no?
-Jajajaja, yo no tendría problema, pero el Capitán tendría que estar de acuerdo…
-Jojojo, pues no se si llegará el día.
Estiro las piernas y cruzo los pies mientras cierro los ojos frente al sol.
-Posiblemente no.
-Pues entonces estoy a salvo. –me guiña un ojo.
-Psssss, ni que yo tuviera prisa.
-Y qué vamos a hacer.
-Por el momento desayunar, que ya empezaba a echar de menos la fruta… tanto placton… -me miras horrorizado y tengo que reirme. –Tranquilo, solo me comia a los que se ahogaban… pero tú estabas demasiado duro.
-Jojojo, está claro que estoy perdido contigo.

-Jajajaja, M… vamos a por fruta, yo te guio. Y me parece fatal que me hayas hecho salir antes de tiempo… aunque si te encargas tú de coger la fruta te lo perdono… Pero me quedo sólo mientras estés aquí. Luego me vuelvo al agua. 

lunes, 3 de marzo de 2014

Nube Blanca

Al salir del agua el sol ya estaba alto. Trencé mi pelo negro y cogí las ropas que había doblado previamente. El vestido marrón de cuero con dibujos rojos. Me calcé la suave piel que se ataba en el tobillo y caminé hacia el campamento. El día prometía ser caluroso a pesar del frío que ahora sentía en mi piel todavía húmeda por el baño.
Llegaba tarde.