jueves, 20 de marzo de 2014

En el fondo marino - II

Me encontraba mirando al horizonte, donde el cielo y el agua son uno y en días de calma, como hoy, no sabes dónde empieza uno y dónde acaba el otro. A pesar de lo que pudiera parecer, dos largas piernas sostenían mi peso, y un holgado vestido de brillante gasa verde se pegaba a mi cuerpo cuando la brisa lo movía.

A mis pies estaba el hombre que tan bien conocía. Las olas lamían sus piernas desnudas. Sonreí para mí... Estaba esperando a que despertara para irme. Sería de muy mala educación traerle hasta la playa y no despedirme.

-Hola Sirena.
-Hola M.

Se levantó y quedamos frente a frente. Le miré a los ojos y me giré para irme. A veces cuando vas a despedirte se te olvidan las palabras. En ese momento me sujetó por el brazo y me giró hacia él, pegándome a su cuerpo.

-No irás a irte sin más…
-Eres juguetón, eh... -le sonreí ampliamente.

En sus ojos estaba la respuesta, los dos la sabíamos. Le di un último beso, y soltándome de su agarre me sumergí en el agua. El agua... que ahora era un mar embravecido.
Porque ahora no podía ser rival a la altura...
Nadé y nadé viendo tu silueta varada en la orilla. No podía dejarte sin más. Sin una explicación.

Me acomodé en una roca, desde donde mi cola de brillantes escamas brillaba iluminada por la luna, y mirándote desde la distancia comencé a recitar una antigua poesía.... hasta que poco a poco el sopor fue tomando el control de tu cuerpo.
El sabor dulce de mi boca, me recordaba a las fresas...



Cuando algo más tarde sonó el teléfono te pareció que te sacaba de una ensoñación curiosa. El día despuntaba y el sol iluminaba la cabaña, bañada hasta hacía poco por la luz de la luna. Hubieses jurado que creías en Sirenas, aunque sabías que son sólo un mito. Descolgaste el teléfono y escuchaste aquella voz sensual, ella llegaría en media hora, se retrasaba.

Mientras hablabas viste encima de la mesa la botella con incrustaciones de coral que hacía un par de horas habías recogido... pero esta vez estaba abierta y el papel se encontraba sujeto debajo de ella. Lo cogiste y releíste lo que ya conocías...

El tiempo va pasando y todo parece inmutable, pero no es así. Las batallas ganadas, ya solo quedan en la memoria de los que las libramos, las heridas que han dejado vuelven cada amanecer. Viejo amigo”.

Sin saber por qué le diste la vuelta, a pesar de que ya lo habías hecho antes. Pero esta vez estaba escrito: "Gracias por el tiempo compartido. Nunca dejes de jugar.".

Del frutero habían desaparecido varias piezas de fruta que recordabas haber colocado. Un mango, fresas…

El sonido de una carcajada inundo la habitación.

4 comentarios:

LORD SHADOW dijo...

A VECES LOS SUEÑOS,,, NO SON SUEÑOS.
UN BESAZO TATUADA!!!

Anónimo dijo...

Ayer escuché en televisión un Bonjour... es inevitable no acordarse de él... jejeje...
Estos texto guardan miles de sentimientos y horas vividas... plasmados aquí quedaran para el recuerdo...

Besinos!!

Tatu dijo...

Quien sabe :)

Un besazo Lord!

Tatu dijo...

Es inevitable recordar a quien te ha ayudado a entenderte. A quien te ha ayudado a sonreír. Y quien sin serlo es un amigo. :)

Besos!!