jueves, 27 de noviembre de 2014

Los vicios es difícil perderlos

Según pasan las horas, los días, se va asentando el polvo.

Resultaba difícil ver a través de la euforia del momento. A través de la sangre fluyendo a golpe de corazón a mil por hora. A través del cristal quebrado de la realidad. realidad que no es otra que la que creamos a base de decisiones, pero que cual anguila se agita en mil direcciones.
Y sin más, según se asientan los posos de este vaso, la imagen se vuelve extrañamente nítida.

Descubres que para mantener acuerdos jugabas al límite. Y por el camino te perdías. Desangrada de sueños e ilusiones. Opacada por fantasmas.

Y ahora descubres qué equivocado fue todo.
Y aun así nada lamentas, porque cada paso... equivocado o no... te ha llevado siempre hacia adelante. Por caminos enlodados, por arbustos con espinas, y también por suave musgo. Y si hay algo que te honra es que cada fallo lo elegiste, cada cosa la asumiste. Y por fin dijiste basta.



Pero los vicios es difícil perderlos
y te das cuenta de que sigues con la sensación de que si es demasiado bueno
no te pertenece.
Y quizá sigues llevando escudo,
pero ya no es armadura.
Y quizá algún día
-no muy lejano-
asumas que sí.

Y aún así, si doy, lo doy todo.

Pero doy porque quiero
y siempre a quien quiero.

Y hoy he visto el daño que había empezado a hacerme empujada por tus miedos
y decido que se acabó.
Que sigo a tu lado pero siendo yo.
Y que ahora tú decides qué quieres...

lunes, 24 de noviembre de 2014

Felicidad. O cuando una cantidad de improbables se transforman en realidad

Empiezo a escribir y a medio párrafo tengo que volver atrás y buscar otra manera de empezar. Se me amontonan las palabras y a un tiempo no me salen las que quiero.

¿Cómo expresar la energía que me envuelve desde hace días?
¿Cómo explicar que una va cargadita de miedos y los calla?
¿Cómo entender que la zona de confort se me queda corta...
...y yo me arriesgo?

No lo sé. Hoy no lo sé.



No soy una persona valiente, si acaso tal vez inconsciente y confiada. Digamos que tiendo a confiar en que las cosas pueden pasar. Y desde luego soñadora, aunque no por eso ajena a la realidad.
Pero hay ocasiones en las que necesitas romper con todo. Todo lo que te ata, te ahoga, te hace sentir pequeña. Y bueno, decides... hacerlo. Sin más. Sin planes, sin soportes. Y allá que vas.
Y eliges una noche sin luna (aunque sin pensarlo) y sales a comerte el mundo... o a tomar una coca-cola, que ya sabéis que tiendo a exagerar. Y ahí estás tú, con tu coca-cola en la mano, tu vestido de colores de estrene (bueno, eso tú, que es heredado) y la seguridad de que pase lo que pase hoy mantienes el tipo, porque... porque sí, ¿no? Es tu momento.

Y de pronto, y ante la ausencia de luna, las estrellas deciden alinearse, una a una. Sin más. Es decir, cuando una cantidad de improbables se transforman en realidad, no puedes pensar más que en que eso debía ser.
Y si una vez rocé la luna ese día pude hacerla brillar. Porque sí.


No... no voy a negar que un poco pececillo fuera del agua sí me sentí. Y tampoco que al final sentí miedo e hice mutis por el foro. Miedo de estropear algo demasiado perfecto, porque así lo sentí.
Estuve a punto de dar ese paso y transformar el sueño en realidad, pero lo cierto es que aún no estoy preparada. Digamos simplemente que no estoy segura de saber desenvolverme como toca. que me viene grande, y que los sueños son más fáciles de manejar. O eso creo. 
Quizá estoy muy habituada a soñar...
Y que hay mucho futuro por delante, y lo que tenga que llegar, vendrá.


Iluminó su rostro con la risa
y sus ojos brillaron al mirar

miércoles, 19 de noviembre de 2014

La primera pieza

Bueno, la primera pieza ha caído. Ahora falta saber si caera con ella todo el castillo, o será una pieza clave a reparar sin mayor repercusión.
Como ilusa que soy, desearía lo segundo. Como realidad, aceptaré lo que venga.

Es posible que fuera más sencillo quitar la tirita de raiz y ni siquiera plantearse jugar a este juego en el que cada paso es sobre ascuas. Pero algunos somos masoquistas de otro modo.
No me gusta el dolor, pero no quiero rendirme antes de tiempo.
No quiero mirar atrás y decir... podía haber hecho más.
Y aunque a día de hoy eso parece cada vez más complicado, sí desearía poder compaginar las dos cosas. Su vida y la mía. Y forjar una nuestra.
Pero no tal y como está hoy.

Todavía hay mucho polvo en el ambiente para poder evaluar los daños. Pero no tardará en saberse.

Besos.

martes, 18 de noviembre de 2014

La emoción del momento

Ciertamente he pensado últimamente en dejarlo todo e irme. Sin despedidas, sólo cerrar los blogs y desaparecer de la red.

No me ha ocurrido nada malo aquí dentro, es más, todo lo malo hasta el momento está en mí, y eso no va a cambiar por borrar unos blogs. Pero cuando una no tiene de donde huir pues... no sé.
Quizá debería dejar de plasmar aquí sentimientos contradictorios. Debería dejar de entrar y soltar la emoción del momento.
Sí, es bonita (o no), sí es intensa (o no), y sí me hace bien sacármela de encima (eso sí).

Pero qué más da si luego la sustituirá otra.

Hoy he conversado con alguien que me quiere
y que tiene la distancia suficiente a mi persona
como para poder darme una perspectiva diferente.

Y sobretodo que nunca me diría lo que quiero oír,
sino lo que piensa.

No me ha dicho lo que todos, pero en cierto modo sí.

Y yo sé
yo entiendo
el significado de esas palabras.

Pero en ocasiones siento que tengo los pies metidos en fango.

Y también sé...
también sé...
que cualquier movimiento, sea en la dirección que sea,
provocará muuucho dolor.

Así que...
necesito, de verdad necesito, estar muy segura de qué hacer.

Porque la realidad es que sigo adelante siempre con la esperanza de que cambie,
porque se que es un buen tío.
Pero a veces no es suficiente.

Pero no cierro los blogs, porque me viene bien soltar lastre.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Dosis de realidad

Según pasa la semana todo vuelve a su cauce.
Reconozco que soy como una riada que lo arrasa todo a su paso, y mi exceso de sensibilidad es en ocasiones más estorbo que otra cosa. Pero a mis años (ni muchos ni pocos, pero alguno que otro) ya he aprendido a convivir con ello. Igual que convivo con mis afonías invernales, mi no tan deseada delgadez, y mi falta de tacto ante las gilipolleces ajenas cuando me tocan de cerca.
Total, que asumo que hay cosas que me van a destrozar porque asumo el contrapunto. O más bien lo disfruto. El contrapunto, digo.

Y el contrapunto es ser feliz con lo hollado, que no lo hallado. Que también.
Porque en el fondo hallar y hollar van por el mismo camino (sí, hoy estoy graciosa).

La cuestión es que no quiero evitar esa parte de mí, porque es la parte oscura de mi felicidad. Y hasta la Luna tiene una cara oculta. Bueno, en ella estamos.



Desde siempre he tenido la sensación de que soy una persona con tendencia a la adicción.
Ciertamente esa idea base me ha alejado de posibles adicciones negativas, tipo alcohol, drogas... bueno, fumar sí fumé. Pero tras una larga adicción, dejé el tabaco hace más de ocho años.
Pero se me reprocha que soy adicta a otras cosas: a la gente que me gusta, a los sitios que me gustan... a internet.

Mi paso por la Tierra es bastante austero, y no me quejo. Pero me gusta ser adicta de las mariposas que me asaltan cuando algo me llena. A la risa. Al deseo. Y a lo que más me han reprochado siempre: a la imaginación.
Es verdad que a veces transformo la realidad a mi antojo, pero siempre procuro verla feliz. Lo malo es que la gente se empeña en que si no ves la realidad no eres consciente de ella. Así que una y otra vez te dan dosis de realidad. Una tras otra. "Te has llevado una buena dosis de realidad" es equivalente a decir, la vida te metió una hostia, eh...
Pues sí, es posible. Y una hostia a tiempo nos libra de males mayores, dice el refrán.

A falta de rencor sólo me queda bañarme en Realidad. Asentir, sonreír y mirar al horizonte.
Y entre medias, cuando los momentos son muy malos también llorar, porqué no. Y enfadarme. Pero poco, que se me va la vida en el camino.



Y mirar el horizonte, cuando el sol se pone, o sale. Cuando se llena de colores y posibles. De sueños que se leen y se escriben. Que no se tocan, pero no son por ello menos ciertos... Porque una vez rocé el cielo con los dedos, subida a lomos de un dragón. Y te aseguro que eso ni siquiera lo soñé.

Besos. Al dragón y a ella. Que son dos. 

lunes, 10 de noviembre de 2014

Conversaciones

Vamos a soñar despiertos.

Hace ya bastante tiempo (mucho, mucho), hablando con M., me dijo que todas las mujeres, estamos genéticamente programadas para desear un príncipe azul. Por supuesto no sé si lo dijo así a las bravas (probablemente sí) o fue más políticamente correcto (probablemente no).
En aquel momento yo pensé que no. No se, cosas de mujer moderna, que piensa con objetividad y todo eso.

Pero sabes... es mentira. No voy a hablar por todas las mujeres, porque a tanto ni llego ni quiero llegar. Pero lo cierto es que sí. Sueño con un príncipe azul (moderadamente guapo, los muy guapos me dan repelús) que me haga sentir querida. Que sepa que me enfado y no se acaba el mundo y que me de un abrazo que me haga olvidar el mundo.
Sueño con sentirme su centro mientras vuelo a mi aire y que sepa entenderlo.
Que acompañe mis pasos mientras sigue los suyos.
Uno que sepa reírse.
Uno que se vuelva tan loco por mi cuerpo que no pueda quitarme las manos de encima.
Uno que me haga reír, y me haga gemir.

En fin,
uno que me guste
y que le guste.

Aunque eso, si existe, ya no lo busco.

Lo que busco es sentirme bien siendo yo.
Y eso voy a lograrlo.

jueves, 6 de noviembre de 2014

El camino de la autocompasión

Vaya, así que has entrado en el camino de la autocompasión.
Bueno, ese lo conozco. Te diría que no te pares en ninguna posada ni lo mezcles con licores, y menos de alta graduación, no tiene buenos resultados. al señor de las penas mejor ni le escuches, que lleva el saco lleno, pero no sirve para nada. Y a la puta de las lamentaciones yo ni la tocaría. Ya se que se ve sexy y que te dice que te entiende y milongas como esas, pero ni te entiende ni nada, es una aprovechada (nada referente a su condición de puta, es que a mí no me acaba). En fin, tal vez un magreo rápido te de algo de consuelo, pero es que luego no te suelta, y a ver quien la calla.
Yo te recomiendo entrar y salir rápido (nada que ver con el sexo, que mejor que dure) y pasar más tiempo con gente que te caiga mal, lo que en si mismo puede resultar contradictorio, pero tiene una razón de ser: te cabreará y eso te impide entrar en el pantano del letargo, lo que siempre nos ahorra problemas y posibles lamentos (ya está ésta aquí de nuevo, ya te lo había advertido).
Y poco más. mejor caminos soleados, que dan claridad a las ideas, te inflas a vitamina D y te optimizan el chasis.

Adrenalina en vena

Definitivamente me chuto adrenalina en vena, porque la cosa a veces raya en lo raro de cojones. Sí, la expresión es curiosa, pero es la que me ha salido.

Total, que a lo que vamos. Ayer tuve mi pequeño bajón, a lo que contribuyó en gran medida el despido (no es por ti, es por mi, me dijo la empresa, a lo que yo le miré con ojitos tristes y pensé "y qué más da, si el resultado es el mismo"). Claro, la calma emocional de estas tres semanas contribuyó a la aparente calma post despido. Pero aunque no veamos el agua moverse, si no se pudre es que está en movimiento. Así que acabé haciendo una de esas cosas tan mías que es ir y... Ves, ahora no me sale la expresión.

Digamos que algo que me hace sonreír.

Lo pensaba hace un rato. La vida pasa muy difícil y siempre tratamos de hacer felices a los que queremos. ¿Y qué pasa si nosotros no somos felices?
Ser feliz es algo que no te da nadie. Y lo cierto es que nunca lograré hacer feliz a nadie que no desee serlo. Porque nunca tendrá bastante. ¿Me pasa lo mismo a mí?
Yo sí sé lo que deseo. Y empiezo a hacerme mayor.

Llámame egoísta pero quiero sentirlo. Quiero sentir de nuevo ese breve roce al cielo. Quiero sentirme de nuevo como una supernova. Porque ahora me siento como esa estrellita pequeña que se asoma entre las nubes. Pero es que hay mucho más...

Sonrisas... en la mirada.