martes, 30 de diciembre de 2014

Y este año le pido al cielo... la salud del anterior.... ;)

Te llega una gran mujer y hablando contigo de forma espontánea te dice... pues sí que eres rara. Y te lo dice con tal cariño que en fondo te está diciendo, ay señor, menos mal que te quiero. Que yo me emociono. Y no puedo dejar la última entrada del año con lo anterior.

Porque tengo mucha gente maravillosa que aprecio y sé que me aprecian.

Y va por tod@s vosotr@s. Por ser grandes. Y como si estoy contenta tiro la casa por la ventana voy a organizar una fiesta, y por una noche la disfrutamos juntos.

Voy por las invitaciones ;p

Besos y no hagais nada que yo no haría... jajaja.


Pido disculpas. Mantengamos una bonita distancia y nos irá mejor a todos.

Te pido disculpas.

Te pido disculpas por haberte ofrecido primero la erronea visión de que podía caerte bien. Aunque tampoco duró tanto.

Te pido disculpas por no poder mantener una conversación contigo y convertirlo todo en una discusión. Sí, es algo que me pasa.

Te pido disculpas por los posts anteriores, que aunque no hayas leído, supongo que dicen más de mí que de ti. Pataleta al canto.

Te pido disculpas por haberte dicho textualmente "sacas lo peor de mí". Respecto a esto no puedo decir nada sin que suene a justificación. 

Te pido disculpas por no haber aceptado tu felicitación de Año Nuevo y haber dejado ahí la conversación. Me pierde la boca. 



Total, no hay nada que ya no supiera previamente. Supongo que tienes razón en que tergiverso.
Así que voy a decirlo en voz alta.

Soy asocial. No sé comunicarme y carezco de filtro. 
Soy hipersensible y a veces me pongo a la defensiva. Muchas veces.

No tengo visos de cambiar, así que mejor mantengamos una bonita distancia y nos irá mejor a todos.

Si durante más de treinta años se me ha definido como rara, quizá deberiamos hacerle caso a la amplia mayoría. Que hazme caso, son muchos y variados.

Tengo mala leche y hago daño. Queriendo o sin querer no justifica nada.

No tengo mucho más que decir. 
Buen Año para todos y mejor lo dejamos aquí.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Por abreviar, más que nada

Gilipollas.

Sí, podría escribirte muchas cosas y darle muchas vueltas al tema, pero es que no tengo ganas.

Y por cierto, de esto sí asumo mi responsabilidad.

Bien por ti.

Yupi.

Llega fin de año y han pasado a desearme un feliz año.
Yupi.
Sólo que... no entiendo porqué.

Porqué alguien que piensa que soy responsable de no caerle bien pasa a felicitarme el año mientras me recuerda que he perdido a un gran amigo. Responsabilidad mía, no lo olvides.
Porqué alguien que cree que no soy una gran persona se molesta en venir a recordarme lo mal que he reaccionado en cada ocasión que lo ha intentado. Y además ha puesto mucho de su parte, no lo olvides.

Sabes, ya zanjé esto hace cuatro meses. Ya me sentí mal, y... me dolió lo necesario.

Porqué una persona a la que le digo que yo le considero una gran persona me contesta al respecto que miento, que no me cree y que si no me sorprende que él no lo crea.
Pues supongo que sí, menuda sorpresa que alguien en el mundo no crea que soy una gran persona.

Así que tú eres una gran persona y me he perdido a un gran amigo.
Bueno, qué quieres que te diga... pues sí. Es responsabilidad mía.

A lo mejor debería hacerte caso y recluirme en mi jodida realidad. Que por otro lado no es tan jodida, es que soy yo.

Me cansa esto.
Acepto tu felicitación. Guay.
Y ahora yo, me siento como una mierda.
Pero no te apures, es responsabilidad mía. Y sólo mía.
Por haber seguido la bonita conversación el hangouts, donde me felicitabas porque tú puedes hacer eso: puedes felicitarme de corazón aunque no te gusto en absoluto.

Bien por ti. 
Necesitaba una cura de humildad.

Y agradezo que no me leas, porque seguro que hay mucha rabia contenida en mis palabras. Claro, que sería como la confirmación a tu razonamiento, así que no sé de que me preocupo.

domingo, 28 de diciembre de 2014

Volver a ser rubia

Estoy perdiendo fuelle.
Eso y valorando volver a ser rubia.

Posiblemente va todo unido, así que... aún estoy indecisa.
Que yo reconozco que estoy más guapa (mierda, no pienso volver a escribir esto y menos a decirlo, pero más cuqui si me veo) pero detesto el tema peluquería. Y gastar dinero me da alergia.
Pero ciertamente me vuelvo algo gris sin tintes. No son las canas, eh... que no tengo. Es sólo que me vuelvo más... a ver cómo lo defino... más realidad que fantasía. No estoy segura de si me he explicado.
Uno ve en una foto a la chica de modo y es fantasía, pero a veces la ve en persona y pierde glamour (ya sé que algunos pensáis que eso no es así, pero no pensáis con la cabeza... o no la que tiene cerebro). Y bueno, yo a veces me siento un poco invisible así, pero tampoco está de más ir de incógnito de vez en cuando.

Hay que ver los rodeos que soy capaz de dar a veces para no decir lo que quiero decir. Porque en el fondo lo de ser clara y directa a la cara vale, pero por escrito y sin ver tu expresión me fastidia.


El tema es... el tema es.
Que escribir tonterías es parte de mí, pero empiezo a pensar que hacerlo aquí es un poco tonto.

No es pedantería, porque al fin y al cabo yo ya sé que no digo nada inteligente. Tal vez sea eso que algunos llaman vergüenza ajena, aunque tampoco. Es simplemente que empiezo a resultarme cargante. Repetitiva más bien.
¿Quiere esto decir que dejo de escribir?
Jo, yo no he dicho eso.
Es una idea. Como lo de volver a ser rubia.
Estoy valorándolo.



A veces me siento como pez fuera del agua.
Como protagonista de cuento fuera de historia.

Reconozco que estoy irascible y no siempre controlo mis respuestas,
y últimamente todo el mundo se altera bastante ante mis respuestas.

Aprendí una cosa hace unos años, y es que no importa lo que hagan los demás,
lo importante es cómo te lo tomes tú.
Por eso me revienta que todo el mundo clame al cielo y me pida que cambie.

Todo el mundo es un concepto muy amplio.
Quizá sean bastantes menos.

Y dentro de todo esto sólo decir que la Navidad me trajo un regalo adelantado,
y que me encantó la charla de dos horas.

Lo dejo ya...

domingo, 21 de diciembre de 2014

Extractos de una vida

AVISO
Referencia a la muerte.  No leer si es un tema que no te resulta cómodo.

Luego haré revisión de erratas. Gracias.



De pronto el tiempo se detuvo. El aire se hizo denso y resultaba difícil moverse. La sentí de nuevo. Pero antes icluso de poder pensar en ello, ahi estaba.
Apareció en una rápida sucesión de manchas oscuras en diferentes lugarrs de la habitación.  No podía moverme pero tampoco me hubiese servido de mucho.
El frío se coló en la habitación,  y por lo tanto en mí.
Sentí la escarcha fundirse con mis huesos cuando ella se apareció frente a mi rostro. Su aliento punzaba como pequeñas esquirlas de hielo.

No necesitaba hablar para que yo supiera lo que hacía allí. Pero aún así pregunté.
-¿vienes a por mí?
Sus ojos vacíos brillaron. Pero no aacerté a saber si de rabia o de regocijo.
-no. Sabes que no puedo tocarte.
-y porque estás aquí.  -un hilo de voz se escapó en forma de aliento helado y cansado.
Su imagen parpadeó y en un segundo apareció y desapareció en varios sitios a un tiempo. la temperatura bajo, si es que eso era posible.
No necesitaba decir nada más porque yo sabía el por qué.  Pero ni el día que me llevara se lo admitiría en voz alta.
-duele más así. ..
Un eco oscuro rebervero al tiempo que la presión disminuía y mis músculos se relajaban lo suficiente como para ddesmoronarme en el suelo y mis pulmones se esforzaban por coger aire.
La temperatura debió estabilizarse aunque mis huesos seguian cubiertos de aquella escarcha pegajosa y dura. El fugaz pensamiento de una ducha de agua ardiendo se me cruzó,  pero ni siquiera intenté moverme.  Eso no diluiria el frío que me invadía.

Agridulce

Y que más da. Por algo he sido siempre la reina de la relatividad.

No va a cambiar nada por sentirme mal. Y si me siento bien pues al menos me llevaré una sonrisa de vuelta.

Luchar contra los elementos es algo que no tiene razón de ser. Y además desgasta mucho.
No puedes decirle a un escorpión que no pique. Simplemente es quien es. Y no hay maldad.

Me queda buscar mi parcela, esa que nadie entiende. Esa en la que no dejo pasar a nadie más que a mi cuerpo. Esa en la que me vuelvo vulnerable si te siento demasiado cerca. Esa en la que... lo entrego todo sin perder nada.
Y aún así me hago jirones a sabiendas.

Porque duele menos si me doy por perdida, que si siento en otros ojos desconcierto.
Porque si nada esperas, nada duele.

Porque Paulov estaría orgulloso de mí. Aprendí a pura repetición, y ahora acepto lo que hay.
Y es que si no lo hago duele más.


Así que disfrutemos de las luces. Y de la luna nueva. Quizá otro día ponga mis deseos. los regalitos estúpidos que me gustaría recibir. Mi carta a Papá Noel, o a los Reyes Magos...
Porqué no.

Yo que sé...

Te he prometido (por decir algo) una carta. Pero la verdad es que no tengo ganas. No tengo ganas...

Porque, para qué contarte que una de las cosas que más me duele de ser madre, es que primero soy hija.

Desde que soy pequeña he tenido una relación tensa en casa. Tan tensa que estando en la universidad, invertí mi paga en un psicólogo, que al ver que poco podría sacar de mí, me dijo que la relación con mis padres era perfectamente normal, así que debía solucionar yo mis conflictos internos, y adiós muy buenas.
Tardé algunos años en comprender que, incluso siendo así, él hubiese podido ayudarme a encontrar herramientas para hacerlo.

Ciertamente no son malos, pero mi relación con ellos es, para mí, nociva.

Desde hace dos años esto cambió. Recibí ayuda y obtuve las herramientas necesarias para hacer lo que la gente normal habitúa a hacer: pasarme por el forro sus opiniones.
Pero no es tan sencillo.

O tal vez haya bajado la guardia.
No lo sé.

Estoy cansada

En momentos así solo tengo ganas de hacerme más y más pequeña hasta desaparecer. Y si hay suerte no volver jamás.


Y sé que es culpa mía porque de alguna manera he roto distancias y vuelvo a permitir que se metan en mi vida y controlen.

No hay nada en el mundo que rechace de forma más visceral, y aún así no consigo salir de ello.

Y además me vuelvo mezquina.
O no.
Sólo todo empieza a darme igual.
Cada vez más.

En momentos como estos es cuando me pregunto si realmente importa si estoy.Sinceramente, creo que no.

sábado, 20 de diciembre de 2014

.....................

¡Ostia!

Mierda de... lo que sea. Panda de gilipollas. Tenéis que venir a joderme entre unos y otros, a decirme cómo tengo que hacer las cosas. a ponerme entre la espada y la pared, y decirme cómo actuar.

Estáis empezando a tocarme los cojones.

Que paso. Paso de todos.

Es que estaba claro. Sabía que la puta calma no podía durar. Siempre a meterse en cómo hago las cosas y... aún a día de hoy a hacer comparativas de mierda.


Se me quitan las ganas.

viernes, 19 de diciembre de 2014

Guardé la baraja

Siendo sincera era lo mejor para ambos. Tú me pedías algo concreto, que yo te hubiese concedido... pero la realidad era otra.
Y yo aceptaba jugar a otro juego, hasta que dejó de valer. O dejó de valerme, más bien.

Pero entonces... dejé de entender cómo hacer. 

Si no vamos a ser amigos, mejor dejarlo aquí.

Sólo te pedí una cosa, y no me fallaste. Y aún así no llegué a sentirme segura en el tablero. Aceptar las reglas no es lo mismo que entenderlas. O asumirlas. Ni tú ni yo.
Así que guardé la baraja. Porque hay que saber perder.


Y tal vez no lo sabes, pero a veces podemos perder aquello que no tuvimos.

Lamento haberlo hecho sin avisar y que ni siquiera leas esto.

lunes, 15 de diciembre de 2014

¿¿Por qué lo haces??

Tengo varios borradores, e incluso alguna entrada conclusa, que hablan del buen momento que paso. De la calma que siento, y lo bien que estoy.

¿Por qué no los he publicado...?

Gran pregunta.
Tal vez porque en el fondo sigue habiendo corriente. Debajo de la calmada superficie.

Hace poco alguien decía que un deseo inconfesado a uno mismo se define como frustración. Yo discrepé, y en cierto modo sigo haciéndolo. Hay muchas cosas que no me confieso y no es por frustración. Es... cómo definirlo... supervivencia.


Y no voy a negar que a veces me he sentido como quien deja pasar un tren en una estación llena de gente. Un tren al que yo misma me he negado el acceso porque no me sentía preparada para subir. Lo he visto aminorar su marcha mientras alguien me tendía una mano para ayudarme a subir y yo simplemente miraba sin poder decir nada. Porque poco se puede decir en esos casos.

Y lo he visto seguir y coger distancia. Y hacerse pequeño en la distancia y lo he añorado.

Arrepentirse no, porque al fin y al cabo cualquiera de las dos opciones eran parte de la elección (cogerlo o no cogerlo), pero sí me he preguntado a veces qué hubiese pasado de haber subido a ese tren. De haber asido esa oportunidad en lugar de dejarla pasar.

Pero no me gusta perderme en imposibles, porque no conducen a nada. Así que cuando ocurre, escribo. Y lo transformo.


Saliendo un día de la consulta del loquero, se encontró con su otro yo.
Se miraron a los ojos y una de ellas sonrió.
La otra en cambio, expresó desconcierto en sus ojos. Casi temor.

La primera siguió caminando y su sonrisa se ensanchó al acercarse, aunque no llegó a despegar.
La segunda tragó saliva y se apartó para dejarla pasar.
Pero aquella se detuvo a su lado, lo suficientemente lejos como para no tocarla,
lo suficientemente cerca como para sentirla.

"Es precioso" le dijo...

Ambas podían ver el interior de la otra porque en cierto modo eran la misma persona.

..."pero no brilla" señaló al fijarse un poco más.
Lo dijo en un tono suave, casi un susurro.

"Pero está entero" se justificó la segunda.
La primera asintió.
"¿Por... por qué está... roto?" cierto desasosiego invadía a la segunda.
La primera se encogió de hombros.
Extendió la mano y se lo ofreció.

"¡Estás loca! ¡Lo romperán!" y lo apartó bruscamente, como si quemara.
La mirada de la primera se entristeció.
Pasó el dedo por encima del pequeño rasguño, casi imperceptible, que la segunda acababa de hacerle.
"¡Lo ves! ¡Es una locura! ¿¿Por qué lo haces??"
la acusó de nuevo.

"Porque de otro modo moriría"

viernes, 12 de diciembre de 2014

Sin macerar

Leo textos míos y soy capaz de sentir de nuevo las emociones que me recorrían al escribirlos.
Debajo del erotismo, de la pena, de la historia, subyacen emociones que nada tienen que ver con la historia. Emociones en estado puro. En algunos casos más fuertes, en otros más sutiles, pero siempre ahí.

No sé crear de la nada. Necesito una chispa que me induzca. Unas risas, una charla, un deseo... el olor de una higuera... Y sin más todo fluye.
El rubor imaginario, el burbujeo en el pecho, las cosquillas en el vientre, un vacile sin importancia...
Pero es difícil mantener la pureza en una historia larga, de ahí que escriba relatos sueltos.
Además soy impulsiva, y me gustan sin macerar. Así, a las bravas. Porque si lo pienso mucho no escribo.

A veces siento cierto vaivén de historias, como si estuviesen formadas dentro de mí y yo fuera tan tonta como para no saber darles forma. Y en realidad no sé. Ellas acuden a mí, no yo a ellas.

Hace ya algún tiempo que trato de convertir una de mis historias en una Historia. En mayúsculas. Pero el asunto no prospera. Tampoco es como para sorprenderse, pero en fin. A ratitos sigo intentándolo.
Quizá cuando muera llegue mi momento. Mira Van Gogh. Y luego dicen.
Claro que yo de la depre ya salí, y me estimo mis dos orejas. (Sí, esto es pura estupidez, pero me la merezco).

Cuando me miro al espejo dudo. A veces me veo bajo esas incipientes patas de gallo y dudo si debería seguir sonriendo. Pero mientras me decido lo hago. Ains. me hago mayor.

Besos

jueves, 11 de diciembre de 2014

lunes, 8 de diciembre de 2014

Esta entrada es pura mierda, pero decir más no puedo

Detesto ese momento en el que te das cuenta de que no eres nadie.

Y a pesar de todo tiendo a tenerlo muy presente. Porque me cuesta bastante asumirlo.

Tengo bastante claro donde piso, y aunque a veces me cuesta dar un paso, eso no implica que no termine haciéndolo. 
Posiblemente tarde, porque no soy de las que se lanzan sin red. O al menos no a la primera de cambio. Pero al final da igual. Qué más da.

Reconozco que eso puede dar lugar a error. Puede dar la impresión de que soy quien no soy.
O de que no sé quién soy.

Pero eso en realidad es secundario. O no... 


Pero en fin, es indiferente. La Realidad se impone.
Y la Realidad es que a veces las cosas se acaban, como se acabaron tantas otras.
Y no es que no lo supieras, o no lo vieras venir, es que quisiste ignorarlo.

Pensé que esta vez sería distinto. Pero ¿porqué iba a serlo?

Me quedo con mis recuerdos, con mis cariños, y mis caminos.




Se recogió el pelo en una coleta alta y aseguró los pies en el suelo.
Iba descalza, y los guijarros se clavaban en su planta, pero apenas reparó en ellos.
Sus pies estaban ligeramente ennegrecidos por el color de aquella tierra.

El viento le daba en la cara y la luz del sol en el horizonte le impedía ver.

Cogió aire de forma entrecortada y sintió las lágrimas anegando sus ojos,
pero los cerró.
No había razón para llorar, y haría bien en recordarlo.
Pasó el dorso de su mano por la cara tratando de grabarlo a fuego.
Si se quedaba todo permanecería igual.
Lo malo.
Y lo bueno.

Y había mucho bueno en aquel sitio.

Pero no era su lugar.
No se puede vivir otra vida eternamente.

Cerró los ojos y susurró al viento.
No importaba que no le entendiera, él rozaría las escamas del dragón.
Y sería caricia bajo sus alas.

Esperó un segundo más y lo escuchó...
Un romper el aire, un rasgar el cielo.
Una enorme figura pasando a su lado.

Y corrió.

Corrió a su lado,
descalza,
sin ver,
corrió.

Y el suelo se acabó bajo sus pies, y ella cayó al vació
mientras arriba volaban.

Y mientras caía recordó ese instante, en que volaron juntos, en que perdió el miedo.
Y las lágrimas se ahogaron en el mar.
Y sólo pensó en seguir a flote.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Supersticiones

No soy especialmente supersticiosa, es más... no me molesta pasar por debajo de una escalera y los gatos negros son mi perdición. Los adoptaría todos. Pero reconozco que me invento mis propias supersticiones. O que más bien creo en el karma.

Una de esas supersticiones es la de organizar armarios. Tirar todo aquello que hace un año que no usas y dejar sólo aquello que utilizas. Ordenarlo, mantenerlo organizado.
Esto es mucho decir, porque soy un maldito desastre, pero reconozco que cada cambio de estación me lo propongo y que este año en concreto me he esforzado.
De casa han salido bolsas y bolsas de ropa que he podido usar dos o tres veces en mi vida. También es cierto que eran heredadas y estaban ahí por un "por si acaso" o que yo no tengo un gusto (bueno no tenía) especialmente bueno.

Lo que esto aporta es un cambio radical en tu vida. Como quitarte del medio obstáculos invisibles que te impiden ser feliz.

La realidad es que no es fácil saber lo que quieres, pero empezar por algo tangible siempre ayuda. Ser capaz de tirar un vestido, un pantalón, o incluso la mitad de tu armario, puede darte una perspectiva clara de quien quieres ser.


Y... la realidad es que quien quieres ser siempre ha estado ahí,
solo que tal vez no le escuchabas.

A veces mantenemos nuestro verdadero yo aletargado,
esperando el momento de salir.

Caminamos de forma automática, y vivimos de forma mecánica,
pero basta el momento preciso...

para dejarlo salir.

Creo que el único modo de ser feliz
es ser generoso.

Ser generoso implica que te harán daño
pero esa es su opción.

La mía es estar viva.
Aunque duela.

Porque un instante de ternura
es disfrutar de mil sonrisas.

(estoy algo boba, buenas noches :)