Y yo aceptaba jugar a otro juego, hasta que dejó de valer. O dejó de valerme, más bien.
Pero entonces... dejé de entender cómo hacer.
Si no vamos a ser amigos, mejor dejarlo aquí.
Sólo te pedí una cosa, y no me fallaste. Y aún así no llegué a sentirme segura en el tablero. Aceptar las reglas no es lo mismo que entenderlas. O asumirlas. Ni tú ni yo.
Así que guardé la baraja. Porque hay que saber perder.
Y tal vez no lo sabes, pero a veces podemos perder aquello que no tuvimos.
Lamento haberlo hecho sin avisar y que ni siquiera leas esto.
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