viernes, 19 de diciembre de 2014

Guardé la baraja

Siendo sincera era lo mejor para ambos. Tú me pedías algo concreto, que yo te hubiese concedido... pero la realidad era otra.
Y yo aceptaba jugar a otro juego, hasta que dejó de valer. O dejó de valerme, más bien.

Pero entonces... dejé de entender cómo hacer. 

Si no vamos a ser amigos, mejor dejarlo aquí.

Sólo te pedí una cosa, y no me fallaste. Y aún así no llegué a sentirme segura en el tablero. Aceptar las reglas no es lo mismo que entenderlas. O asumirlas. Ni tú ni yo.
Así que guardé la baraja. Porque hay que saber perder.


Y tal vez no lo sabes, pero a veces podemos perder aquello que no tuvimos.

Lamento haberlo hecho sin avisar y que ni siquiera leas esto.

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