jueves, 4 de septiembre de 2014

Un mundo gris / Miedos

Caminó unos pasos antes de detenerse en mitad del claro. A su alrededor todo era verde, brillante, lleno de vida. La luz de la mañana se filtraba entre los arboles y le daba al lugar un aspecto mágico.
El viento movía las ramas suavemente y el sonido de las hojas al rozarse entre ellas se convertía en un suave murmullo que invitaba a descansar.
Suspiró. Una pequeña sonrisa se coló en las comisuras de sus labios y sus ojos se entrecerraron, formando apenas pequeñas arruguitas de ilusión.
Se mantuvo de pie. Los pies ligeramente separados bajo la túnica de color plata. El viento jugaba a empujarla contra su cuerpo. Descalza, sentía el tacto de la hierba.

Sabía... que no debía hacerlo. Ella lo sabía. Pero algo en su interior sugirió que tal vez... Tal vez no ocurriría nada esta vez. Quizá todo era una mala pasada de su memoria. Cuentos para no dormir.

Estiró la mano y un pajarillo se posó en ella. Sabía que vendría. Siempre había alguno que se sentía atraído. Lo miró. El pajarito movió la cabeza y pió. Era azul y amarillo. Era precioso. Ella comenzó a sonreír y de pronto ocurrió.
El pajarito comenzó a volverse gris. Un hermoso gris, pero gris al fin y al cabo. El rostro de ella mudó a una dolorosa aceptación. Cuando echó a volar ella se abrazó, mientras seguía observando.

Un momento después, muy despacio, se retiró de nuevo entre los muros. A su paso, la hierba se había vuelto tan gris como aquel pájaro. Procuró no pisar ni tocar nada más que lo imprescindible.
Sabía lo que sucedía, y aun así de vez en cuando necesitaba recordárselo. Miró por la ventana la senda plateada sobre el verde, y el pajarillo.

No quería un mundo gris.

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