Madre alarmista y alarmada

No voy a mentir. No tengo ganas de leer. Así que no espero que nadie realmente venga por aquí.

La semana pasada mi preciosa hada, que o mucho me equivoco o es una enviada del más allá para asegurarse de que mi corazón no deja de latir, volvió a subirme las pulsaciones.
Finalmente no fue nada... una pequeña intervención en nada comparable a la primavera anterior.
Ella dice que le tiene alergia a la primavera, que siempre le pasa algo.
Yo creo que ando escasa de plástico de burbujas, pero quién sabe.

Total, un par de noches en el hospital, que te refuerzan el ánimo como nada. Pero ya digo que todo quedó en nada. Como si de un inmenso castillo de naipes se tratará, las capas fueron cayendo poco a poco hasta dejarme con la sensación de madre alarmista y alarmada. Y eso que yo todo me lo tomo muy relajado... porque la histeria es mala consejera (que no digo que nunca haya bebido de esa fuente...).

La verdad es que salimos y mi preciosa hada se dedicó a meter sus alitas donde nadie la había llamado y nos tocó volver a rehacer el vendaje.
Dos veces.
Ahora ya lo hago solita, que al final hay que ser ingeniosa. Creo que voy por el quinto.

Y como al fin y al cabo todo queda en nada... la divina providencia llega y te da un tirón de orejas. A ver si creías que te ibas a ir de rositas.
Salud, dinero y amor. Tres cosas hay en la vida. Y que duren...