viernes, 7 de febrero de 2014

Primera carta

Ayer encontré entre mis archivos esta carta escrita a nadie en particular, desde el hospital hace ya ocho meses. No estaba muy segura de dónde publicarla, pero creo que este es un buen lugar. Un sitio que demuestra cómo el tiempo pasa aunque a veces lo dudes.
Hay dos cartas. Esta es la primera. Quise escribir una tercera pero nunca encontré el momento.

Primera carta

El día ha pasado como en un sueño. Empiezo a estar cansada. Es martes y por la noche hará una semana desde que llegamos. Y todo va bien. Le han quitado el gotero a la niña más habladora de la planta. Y ahora podemos pasear. Primero con pasos tambaleantes. Luego con andares de pasarela. Hay que frenarla porque se embala.... y sube sola a la cama cuando se cansa.
-Mira como subo.
-Vale, pero ni se te ocurra bajar sola.
-¿Por qué?
-¿¿Por qué?? ¿Es que no te acuerdas de cómo te caíste?
-Vaaale. Tú me bajas.
Nos aburrimos mucho así que hemos hecho 15 fichas del cole del tirón, jugado con la tablet, visto videos del móvil (he tenido que borrar las cochinadas que me mandan… jajaja), visto la tele, paseado, vuelto a pintar, jugado a la tablet..... la cuadratura del círculo, ya sabéis.
He librado cuatro horas, en las que me he ido a casa a dormir. Tengo que decir que no han sido mis mejores cuatro horas. Digamos que han dado demasiado de sí. He comido, dormido, puesto una lavadora, tendido, me he duchado, he hablado con mi niño y.... se me ha cortocircuitado el cerebro hasta quedar reblandecido y jugarme una mala pasada. Claro, que eso es culpa mía, por confiar en mis reflejos en estas condiciones.
En fin que me desvío. Aquí estamos, mi niña y yo, compartiendo el móvil. Ella ve dos videos y yo escribo un par de mensajes. Pero aunque he dormido estoy realmente agotada así que a las 22,30 le digo... a dormir. Y como no ha parado un segundo en todo el día se queda dormida en un momento. Así que apago las luces y me tumbo ejerciendo presión en el sillón, que no se ajusta, y sólo mantiene su posición por la pura fuerza de mi cuerpo serrano.
Entrecierro los ojos y sé que me estoy durmiendo cuando espirales de colores se cuelan en la oscuridad de mis parpados cerrados. No son espirales... son... como la pintura en el agua. Curvas, dibujos. Rojo, verde… Se mezclan. Me sirve en días de insomnio. Pienso en colores y es mejor que un somnífero.
Y aquí estoy yo. Transportada a un mundo de colores. Que se mezclan hasta conformar su propio universo. Un universo diferente cada noche....

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