domingo, 17 de agosto de 2014

Cuento para no dormir

Salió de la casa. Se ahogaba. hacía calor y no podía dormir. Se encontraba sola y tampoco iba a despertar a nadie si hacía un poco de ruido. Se había sarvido un poco de agua fría en un vaso alto y lo bebía a sorbos pequeños.
Se sentó cerca de la piscina, que emitía cierta sensación de frescor.
Miró el reflejo del agua. Había luna llena. la oscuridad no era tal. El mundo era visible en diferentes tonalidades de gris, incluso el plata.

Estoy cansada de estar cansada, pensó. Aunque teniendo en cuenta la hora que era y dónde se encontraba, no era posible otra cosa. Que pena.
Tuvo una vida antes. Una vida en la que soñó ser feliz. Creyó en los cuentos. En las hadas. Tal vez en los príncipes. Pero todo eso se desvaneció de pronto.

Bebió un trago de agua fría. No quería dejar de creer, de soñar. Sentía que en su mayor parte había sido culpa suya. Posiblemente había tratado de engañar al príncipe. De hacerle creer que ella era exactamente como él esperaba. Pero... no puedes fingir eternamente. Puedes desear que dure eternamente, pero al igual que una pose para una foto, todo tiene un límite.

Ella no era una princesa. Tampoco era una cualquiera, como había llegado a sentirse. Pero cada uno encuentra soporte en lo que puede. No podía enfadarse con él. Aunque durante un tiempo lo había estado.
Sí. Estuvo muy enfadada con su príncipe. Lo estuvo porque él no la quería como era. Siempre le decía... "Te quiero. Pero no deberías hacer esto... o ser así... o hablar de esto".

Llegó un momento en que ella dejó de ser. Sólo veía ante sí el cúmulo de cosas que no eran aceptables. Y se sentía desgraciada. ¿Por qué había él fingido que la quería por ella misma? ¿Acaso cuando la conoció... antes de decirle todo lo que deseaba que cambiase... no había encontrado algo que le gustase? ¿Nunca?
Posiblemente había sido mutuo.

Sólo eran cosas que él necesitaba.
Quería ser su centro.
Quería que ella sólo le amase a él.
Que jamás pensara en ninguna otra persona.

Y ella le amaba.
Y para ella él era su centro.
Pero no podía evitar pensar. O sentir.
No deseaba cambiarle, pero imaginaba otras historias.

Y simplemente él dejó de quererla.
Tal vez no se dio ni cuenta.
Le decía que la amaba, pero reclamaba sus peticiones.
Las pedía bien. Amable. Dulce.
Y ella trataba de explicarle...
Y él se encerraba en su dolor. En su rabia. Se carcomía.
Y ella se encerraba en su dolor. En su pena. Se encerraba en sí misma.

No podía recordar muy bien qué ocurrió después. Le dolía la cabeza al recordarlo.
Recordó sus últimas palabras: Ya has conseguido lo que querías. Vete sola.

Y se preguntó qué era mejor. Qué hubiese sido mejor.
Sabía la respuesta... de él. "Cambiar. Olvidarte de todo lo demás. Estar a mi lado". Pero ya no sabía su propia respuesta.

Y de nuevo él había vuelto a pedírselo. Y ella había vuelto a intentarlo. De nuevo aquel juego eterno que nunca acababa. Tan sólo les consumía.
Y de pronto ella había decidido, que no merecía la pena ser nada.
Y se dio cuenta del paso del tiempo, y el miedo apretó su vientre.


Y habían mil poemas, escritos de ese día
Diciendo tantas cosas que ahora ya no valen
Que ni siquiera importan
Tinta sobre el papel...

4 comentarios:

LORD SHADOW dijo...

CUANDO SE QUIERE A ALGUIEN SE QUIERE COMO ES, NO COMO UNO QUIERA QUE SEA, ESO SERÍA COMO CORTAR SUS ALAS.
UN BESAZO TATUADA!!!

Tatu dijo...

Es más sencillo decirlo que hacerlo, pero al final la realidad se impone.

Besos Lord :)

Marrubi dijo...

Un beso enorme, mientras me tomo un vaso de agua.

Tatu dijo...

Ay Marrubi, un abrazo enorme.