sábado, 19 de noviembre de 2016

Trabajo de campo

A ratitos creo que me he vuelto una antropologa haciendo un trabajo de campo con el desconocido mundo masculino.
A veces siento que todo lo que sabemos de ellos es puro chiste.
Una se pregunta el porqué un tío, en su segundo encuentro amatorio y sin compromiso decide utilizar las palabras más cariñosas que se le vienen a la mente. E incluso te suelta un te quiero !  Obviamente tú te haces la loca porque estás demasiado feliz tras un ejercicio físico moderado y satisfactorio, como para meterte en barrena. Porque seamos serios. Ahí solo te quedan dos opciones, o le dices que tú también, o le dices que se deje de tonterías que no viene a cuento con cierta sensación de inseguridad emocional (acojone) -es que tú sabes que lo vuestro no es amor, así que no entiendes el porque de tal muestra de afecto-.
Y es que tampoco eres tan tonta. Sabes a ciencia cierta que te engañaron... Ese no es un te quiero real. Es un te quiero que te reta. Si le dices yo también, el pavo en cuestión dirá que es una forma de hablar y te dejará con el corazón en pedazos.... pero el pavo no es tonto. A calibrado correctamente la situación y sabe que no le quieres.  Se sabe a salvo. De ahí el asunto peliagudo. Si le dices que no es como echar leña a un fuego.... no, no. Es como darle un bidón de gasolina a un puto piromano. Eso le da cancha para decirte lo poco que te valoras y jugar a seducirte. Hasta que estés a punto de caramelo para el punto uno, momento exacto para dejar que vuestra relación se enfríe. Ahí ya no hay gel efecto calor que caldee esas brasas. 
Lo que te queda es vigilar tus movimientos para no dar imagen de vulnerabilidad y listo.

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