sábado, 19 de noviembre de 2016

Desencanto

Y aunque sea lo único que nos quede agradezco que me haya dado dos besos al llegar y al irse. No soy el tipo de persona que propicia un encuentro, un gesto de cariño. No se porqué mi naturaleza me hace mantener las distancias con la gente. En especial con la que quiero y no tengo.

Hoy ha venido porque tenemos un acuerdo. Un matrimonio de conveniencia sin matrimonio. Yo necesitaba ayuda y él me ha la ha brindado, pero a cambio de un favor. El favor de ser su atrezzo en una fiesta y así poder ligar con alguien. 
El trato no me trae nada nuevo. Si acaso la simplicidad de las cosas, y... tal vez cierta frialdad en nuestra relación. 
Cierto que la he provocado yo, pero eso no quita que me duela. Aunque supongo que duele menos que fingir que esto no es lo que ocurría antes.

Querer es traicionero porque no es coherente. 

No tengo claro qué tipo de persona soy. A veces creo que soy de las que se enamoran del primero que pasa y otras todo lo contrario.
Me enamoró de instantes, sí. Y hasta la médula. Pero no significa nada.
En este caso me he enamorado de una ilusión. En realidad no es de él. Porque él no se ajusta a nada de lo que imagino con él.
Tal vez sea más fácil así. Sabiendo de antemano que no hay futuro. Él es mi dosis de realidad. La que me dice que no soy tanto. 

Y luego reconozco que soy muy torpe. Quizá porque no quiero hacerme daño,  y él lo mismo, ahora no he podido darle el abrazo que me pide el cuerpo.
Quizá sea lo mejor.

No sé cuándo saldremos. Supongo que el día 10 porque hay una fiesta, pero no voy a aventurar nada. Esperaré a que sea él quien me lo diga y allí estaré. Porque un trato es un trato y hoy él me ha ayudado cuando se lo he pedido.

Lo curioso de esto es que el desencanto se va colando de a poquito. Que le quiero igual, pero me voy blindando a no ser lo que imagino.

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