Salir a pasear a cualquier parque grande en una gran ciudad es toparse con cazadores de pokemon a diestro y siniestro.
He observado que es un deporte mayoritariamente masculino, no se si como tributo genetico a nuestros ancestros. También puede ser que las mujeres tenemos en el selfie un mejor aliado.
En mi caso cuando saco el móvil para hacer una foto a algún rincón bonito (o a mí misma, aunque me da más vergüenza porque yo no salgo bien a la primera) me siento un poco impostora. Los viandantes que no cazan seres invisibles me miran como si fuera uno de ellos y los cazadores de pokemons ni siquiera me ven, con sus cabezas gachas localizando seres legendarios.
Me gustan estos paseos.
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