Tengo un desastre de textos y poemas diseminados por todas partes. Cuadernos, words, borradores de los blogs... y a veces hojitas sueltas.
Echo de menos mi pluma. Era MontBlanch y por lo que he sabido años después mi padre debió gastarse el sueldo de un mes pero eso lo he sabido a posteriori cuando he querido comprar una. Habíamos discutido duramente y fue su forma de pedir perdón.
Mi hija la rompió. Culpa mía por no guardarla bajo llave, pero es que la usaba. Y me enfadé tanto que tiré los restos, porque verla me enfadaba con ella. Así sólo la echo de menos pero no es un recordatorio constante.
Era azul con lunas doradas. Y con embolo. Me encantaba cuando la rellenaba de tinta. Me gustaban las manchas de tinta en los dedos.
Obviamente no he comprado otra porque jamás podré permitírmelo. Entre las entradas de este blog hay una foto donde sale. Es su tributo.
Ningún boli me ha ofrecido la misma facilidad para deslizarse entre mis ideas. Será cuestión de seguir buscando.
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