No me gusta soñar sola

Últimamente mi cabeza es como un tiovivo o una montaña rusa, o una noria, que dice una conocida mía. Sea lo que sea... empiezo a temer por mi salud mental.

Leí hace poco que merecemos soñar y vivir el sueño. Aunque sea en nuestra cabeza. Una vida secreta que sólo nos confesamos a nosotros mismos.
Lamentablemente soy de un material transparente que se niega a ocultar nada.

Eso no es con todo el mundo, eso está claro, pero sí aquellos que importan. Es como si esa fuese la sencilla clave de mis secretos. Lamentable, a la par que... ay -suspiro- mágico y esperanzador. Bueno, y también una fuente de disgustos, mira que fina cuando lo digo.
Pero hoy quiero centrarme en otra cosa. Creo.

La cuestión es que no me gusta soñar sola. Es lo que tiene. Lo que tengo.

Cuando... la respiración se ralentiza, cuando la piel se estremece, cuando la electricidad me sacude, me gusta soñar que vienes conmigo. Me gusta pensar que estás más cerca de entenderme. Que cada día que pasa me acerca a bañarme en tu comprensión.

Y cada día estoy más cerca. Y cada día nos acerca.