Estoy harta de tanto pastelito y tanto comer a deshoras. Que no me engorda, pero me destroza el estómago... total, que es como una úlcera.
Hablemos del rencor.
Yo no me he considerado jamás rencorosa, pero tal vez no tengo claro lo que es.
Rencor es cuando alguien te toca las narices y te la guardas para devolvérsela. Con creces a ser posible.
¿No?
Y eso no es lo que yo siento.
Yo quiero aclarar que me has tocado las narices y que sabes... encima me has hecho sentir culpable.
Y qué pasa... que el terreno culpa lo conozco bien.
Es como el terreno negación pero con otras aplicaciones.
Pero es que yo no tengo la culpa de todos los males del mundo.
¿En serio podemos juzgar por unas pocas palabras?
¿Por una frase "mal" dicha?
¿Y por qué mal dicha?
Mejor no sigo que me caliento...
Primero... creer conocer a alguien no es conocerlo. Tal vez sea pretenciosa, pero ¿acaso no lo es lo contrario?
Y segundo... pretender que no te juzguen cuando lo haces tú primero es de jugar con la baraja marcada.
Por ejemplo, pretender que yo soy la misma que hace un año es ridículo.
Pero ambas somos la misma, porque el poso está en mi fondo.
Soy muchas cosas en una. Y lo que ves no es siempre lo que hay.
No. Es dejar atrás. Avanzar.
Es cargar con mi equipaje, con mi pasado, con mi presente.
Es ser presente sin obviar el pasado.
Y tal vez mis miedos afloren.
Porque el ser humano tiene muchos más miedos de los estrictamente razonables.
Y un pasado.
Que fue ayer,
pero también antes de ayer.
Y por eso... sólo por eso... te respeto y no te increpo.
Porque entiendo que tú cargas el tuyo y no me atañe.
Porque en cierta manera fuiste justo.
O así quiero sentirlo.
Así que una vez expuesto el pensamiento... así quedamos. Sin rencor.