lunes, 16 de febrero de 2015

Desvelos

Se despertó. Estaba oscuro, probablemente no eran más de las tres o las cuatro de la mañana. A su lado se escuchaba la respiración acompasada de su marido.
Cerró los ojos y la oscuridad siguió siendo la misma.
Cambió de postura. Se colocó sobre su costado izquierdo de cara a la pared. No la vía, pero sabía que estaba ahí. A su espalda sentía la calidez del cuerpo que ocupaba la otra parte de la cama. Cerró los ojos, más por comodidad que por otra cosa.
Muchas imágenes recorrían su cabeza. No tenían sentido. Quizá eran parte de un sueño. No trató de darles un orden, un sentido. Simplemente las dejó pasar. Eso podía ayudarla a sumirse de nuevo en el sueño, y al fin y al cabo es lo que quería.
Pensó en levantarse e ir al comedor. Tal vez poner la tele. Encender la luz y sumergirse en un haz que la cegaría momentáneamente. Y luego encender la tele y cambiar de canal sin sentido. Simplemente ir de uno a otro. A esa hora poco iba a encontrar, pero tampoco le importaba demasiado.
Dejó que la idea se fuera tal y como había venido. Sin moverse de donde estaba.

No se planteó otras opciones. O sí, pero esas las desechó de forma consciente.

La sorprendió la calidez de una lágrima resbalando el costado de su nariz. Qué idiota.
Se limpió la humedad y giró sobre sí misma. Pasó las piernas por encima de las del hombre y se concentró en la calidez de su cuerpo. Cuando volvió a abrir los ojos la luz que entraba por la ventana de la cocina se reflejaba en el pasillo. Debían ser las diez de la mañana, supuso.

1 comentario:

Marrubi dijo...

Besos para los desvelos.

Muakkssssssss