domingo, 24 de julio de 2016

Una foto hecha sin mirar a dónde enfocas

Bueno... tras una etapa de locura mental y su posterior calma, aquí sigo. La tatu ha vuelto. Lo que dure, duró y nada le debo a nadie, excepto dar las gracias a quien me pueda leer tras todo este tiempo de vaivenes. Pero ya lo dice el mismo nombre del blog, aquí son las mareas las que valen, aquellas que la luna marca en cada ciclo.

Juego a malabares con la felicidad y con la melancolía, y nunca estoy segura de cuánto durara cada una en mis manos. Quizá un segundo, quizá una eternidad, pero es que en realidad duran lo mismo.
He aprendido a bailar sola, porque cuando bailo acompañada mi felicidad depende del otro. Pero también he aprendido que deseo bailar en pareja... y no por ello me vale el primero que me sigue los pasos.
He aprendido que le perdono de todo a quien quiero, aunque me haga daño.... pero yo no quiero a medias, incluso cuando hablo a la ligera. Y porque soy leal a la sinceridad. Aunque duela.
Y también he aprendido que hay otros que me muero por querer y no se dejan. Quizá sean yo en sus propios cuerpos.

Pero lo que de verdad he aprendido es que necesito escribir, aunque sea un sinsentido. No escribo para otros, sino para mí. Y quizá esa es la diferencia con aquellos que te transmiten, o yo, que simplemente vuelco un exceso de emociones sin definir. Como una foto hecha sin mirar a dónde enfocas.



Dejo atrás una etapa que puedo leer en los borradores que no me atreví a publicar en este tiempo, porque escribir y publicar no es lo mismo. No me gusta cuando las cosas suenan demasiado negras.

No hay comentarios: